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SANA TÚ CORAZÓN PARA EDUCAR SIN GRITAR

 

En mis primeros años como mamá, me di cuenta de algo, no sabía cómo hablar siendo firme y amable a la vez... Era muy fácil para mí enojarme por casi todo lo que hiciera mi hijo y su hermana, cuando no era muy dura era pasiva, cuando no estaba gritando, me estaba sintiendo culpable por mis reacciones hacia ellos. La verdad me daba cuenta que había un problema y no eran ellos, era yo. 
Vivía acelerada, haciendo más de una tarea a la vez, no sabía lo que era tomarme tiempo para mí, no sabía lo que era delegar y dejar que otros hicieran su parte, no sabía cómo enseñarle a mis hijos a cooperar en casa; solo sabía reaccionar con enojo porque me sentía abrumada, bajo mucha presión. Y un día en mi camino de autoconocimiento descubrir porqué. 

Ese día comprendí que mi enojo se debía a qué estaba enojada con los demás, estaba enojada conmigo misma, con la vieja versión de mi, estaba enojada con el padre de mis hijos, estaba enojada con mis padres y hermana, porque la niña interior que vive en mi buscaba reconocimiento, buscaba que le validaran sus esfuerzos y dejarán de criticarla y presionarla todo el tiempo. 

Estaba enojada con mi versión anterior porque le reclamaba por a verse equivocado tanto y no tomar mejores decisiones, estaba enojada conmigo misma porque me culpaba por no cumplir con mis propias expectativas y la de los demás. En pocas palabras, estaba enojada por no ser ¡¡perfecta!!. Por no haber previsto todos los altibajos y retos que trae consigo la maternidad y la vida adulta. Estaba todo el tiempo agobiada y acelerada creyendo que entre más duro trabajará y más me esforzará entonces algún día todo se iba a arreglar. Y en eso también estaba equivocada por qué no siempre es así. No siempre se consiguen las cosas trabajando duro, de hecho hoy en día se que se consiguen mejor trabajando de manera inteligente, en equipo, con apoyo, escuchando a los demás y confiando más en uno mismo, en la vida y los demás; pero eso es otra historia que te contare mas adelante. 

Ahora quiero contarte, que en ese momento de mi vida entendí qué lo único que tenía que hacer era aceptarme tal como soy, para poder aceptar la realidad que había construido y así poder transformarla en una realidad que fuera en sintonía con lo que realmente quería. Amar a mis hijos, darle lo mejor de mi y disfrutar de su crecimiento y sus etapas en la vida. 

Esto lo se porque después de muchos años de trabajo interior, terapia, cambios de mentalidad, hábitos, amor propio y permitirme practicar, ensayar y errar, hoy puedo decir que es raro que reaccione con enojo hacia mis hijos, es raro que les grite, es raro que pierda el control, ya no está esa amargura en mi, y puedo decir que se siente bien corregir sin sentir el impulso de hacer pagar a tus hijos por sus errores, cuando ya no estás enojada (o) con la vida, con los demás, con alguien que quizás ya no está o contigo misma (o), te sale natural conectar con las emociones de tus hijos, comprender sus reacciones desde el ser humano que es y guiarlo para que aprenda a desarrollar su capacidad reflexiva y aprenda de sus errores en vez de pagar por ellos, devolviéndole el golpe haciéndoles sentir dolor y culpa. 

Por eso te invito a sanar el corazón para educar con amor y firmeza. Para mí la disciplina positiva cambio mi vida y es efectiva al 100 por ciento, cuando hacemos un trabajo de introspección para sanar el niño interior y tomamos el control de nuestras vidas y nos hacemos cargo de nuestra maternidad/paternidad desde la consciencia y el amor. 

No lo pienses más, deja de culparte y toma acción. Hazlo, atrévete a dar el primer paso, eres más valiente de lo que crees.

Recuerda, creo en tí 💜✨

Tu puedes sanar tú para conectar con tus hijos💜✨

Con amor YURa Mendoza 💜

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